
«Ni heridos ni prisioneros hay en estas actividades; solamente cadáveres», asegura el comandante Luis Canis Matutes en La organización informativa y el agente secreto, un manual de espionaje publicado en 1947, cuya portada podéis ampliar. No tiene desperdicio. Ni la portada ni el libro.
Luis Canis Matutes había formado parte de los servicios de información nacionales durante la Guerra Civil. Cuando escribió el libro era oficial en los servicios de información de la Guardia Civil en Andalucía. Ascendió hasta llegar a ser general al mando de la Primera Zona. En 1965, dejó el cargo y pasó al Grupo de Destino del Cuerpo.
En el prólogo del libro, el general José Ungría, que fue su superior en el SPIM franquista —Servicio de Información y Policía Militar—, hace un elogio de la figura de su antiguo subordinado y habla del nacimiento de aquel servicio.
Y miente. O se despista. O prefiere mirar para otra parte. O se le dispara el ego.
Asegura el general Ungría —por otro lado, un militar brillante—, que el «organismo fue improvisado de la cabeza a los pies, en las filas del Ejército Nacional». Eso no es cierto.

Desde el principio de la guerra, funcionó el SIFNE, Servicio de Información de la Frontera del Nordeste de España, montado con capital catalán en Biarrtitz y del que hablo en otras entradas de este blog. Adjunto, como muestra, la portada del libro escrito, en 1940, por el director de este servicio, Josep Bertran i Musitu, uno de cuyos agentes era el escritor Josep Pla.
Claro que el SIFNE era esencialmente civil y sus impulsores, catalanistas de derechas, acabaron siendo sospechosos de no ser lo bastante fieles al Caudillo. De hecho, su principal mecenas, el abogado, empresario y político Francesc Cambó, murió en Argentina en 1947. Se entiende, pues, la omisión de Ungría.
Lo que hay que tener
Veamos si tu perfil, querido lector, se ajusta a las características que el comandante Canis cree que debe reunir un buen agente de campo (de los años 40, claro). Transcribo, de forma literal —por su interés— esos requisitos para ser espía y no morir en el intento:
«—Saber morse y manejar el manipulador, así como el heliógrafo, telégrafo y conocer el uso e instalación de los micrófonos. Igualmente ha de saber interceptar las conexiones telefónicas.
—Monta de caballos y, siendo factible, poder conducir el aeroplano y la canoa.
—Actuación en laboratorios fotográficos para poder utilizar la micrografía y la microfotografía.
—En el análisis de tintas, conocer todos los reveladores y borradores, pero con particularidad, los empeados para enlazarse con su organización y para escritos sobre la piel humana.
—Criptografía y criptotelegrafía, como conocimientos del descriptado. Cosidos morse [sic] y demás medios de mensajes ocultos con claves de agudo ingenio.
—No desconocer la técnica policial, referida particularmente a las siguientes disciplinas: hacer de la observación, la base de la investigación. Saber indagar teórica y prácticamente los actuales métodos y formas de identificación e información. Conseguir transformarse con propiedad en aquellos casos excepcionales que imponen circunstancias momentáneas.
—Conocer la Organización Central, administrativa y territorial, del país donde se encuentre; sus vías de comunicación, topografía, hidrografía, historia…
—Ideas sobre la Policía de comunicaciones, extranjeras y políticas de dicha nación.
—Servicio de Policía en las fronteras; control y documentación exigida a los extranjeros en el país que se pretenda visitar.
—Poseer generales conocimientos económicos, políticos y militares, así como nociones de sociología y psicología.
—Signos de la muerte y efectos de los venenos.
—Responsabilidad profesional y de mando.
—Idea general sobre la defensa pasiva“.
Y, como guinda, cierro con un fragmento del plano real del frente de Aragón enviado por un agente del SIFNE a su cuartel general. La imagen puede ampliarse.

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